domingo, 23 de marzo de 2014

El espíritu profesional: la diligencia como libertad.


Confrontar la realidad no suele ser una tarea sencilla: ésta es en muchas ocasiones a primera vista áspera, rugosa y tremendamente azarosa. Encontrarse cómodo en el análisis de la realidad resulta pues difícil ya que lo fácil es dejarse llevar por vías de escape como el sueño, la ficción, lo utópico o por simbolizaciones que normalicen o se apropien de esta realidad a conveniencia de unos pocos. Pero existen algunas corrientes de pensamiento que siguiendo la máxima latina: Amor veritas, amor rei ,amar la verdad es amar la cosa, no solo se sienten a gusto en este análisis directo sino que proponen formas de organización para poder transformarnos a través de la realidad objetiva que nos toque vivir.

El filósofo Antonio Escohotado nos expone en su pensamiento que hay que amar la realidad y su poder transformador y que uno de los grandes avances de la humanidad ha sido el comercio como forma de establecer acuerdos provechosos entre hombres y pueblos, y cambiar así hacia sociedades más prósperas. El comercio es la alternativa a la Fe y a la conquista; el comercio es jurídico y el derecho de conquista en cambio es la violación de cualquier ley de magistrado y ciudadanía.

Escohotado defiende el comercio ante sus enemigos: el mercado es la autonomía de la voluntad, no forzar a comprar y vender y que el precio sea fijado libremente. El odio al comercio y los comerciantes es odio hacia lo que el mercado trae consigo: la incertidumbre, la suerte, y el mérito; el dinamismo transformador que no reproduce sino que crea e intenta mejorar las condiciones de vida.

Ser Occidental para Escohotado significa de alguna manera tener sitio en el corazón para un altar donde lo venerado es la igualdad humana, principal motivo de orgullo para nuestra cultura. Dejar que el otro sea libre es la gran asignatura pendiente de la humanidad. Algunos tratan de limitar ese principio inviolable a un trato no discriminatorio por parte de las leyes y reclaman una igualdad jurídica compatible con las más amplias libertades. Otros, para Escohotado, llevan veinte siglos abogando por abolir compraventas y préstamos para defender a quienes obtuvieron peores cartas, son incapaces de autogobernarse o sencillamente no están dispuestos a tratar la vida como un juego, aunque sus reglas sean claras. Tratan de transformar así lo privado creador en común normalizado, expoliando y  limitando libertades.

Uno de los grandes elementos transformadores de la sociedades y dignos de elogio para Escohotado es el espíritu profesional: es la maestría socialmente conveniente, saber buscarse a sí mismo hasta encontrar algo que sabían hacer mejor que los demás, que era útil para el prójimo y que, por tanto, alguien podía y quería pagar. Esta diligencia en el trabajo es lo que define a los sabios, artesanos, a los profesionales y a los empresarios y de la cual vive ahora el mundo próspero . El triunfo económico de estos es la expresión de haber tenido éxito en un empeño vocacional y esto es lo que da consistencia última a estas iniciativas individuales. El problema de nuevo para Escohotado son los enemigos del comercio en el intento de domesticar colectivizando estas iniciativas y eliminar así  esa pasión individual que es capaz de transformar el mundo.

Hay pues que intentar amar la realidad y su poder transformador por muy rugosa que sea: con ese espíritu profesional de diligencia, pasión y entusiasmo en el esfuerzo abriéndonos a la incertidumbre, la suerte y el mérito que es la base de nuestra libertad. Aprendamos que estas son las reglas del juego de la vida al que todo jugamos: amemos la verdad, amemos la realidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario