domingo, 16 de junio de 2013

La literalidad del mundo: la imaginación como vida verdadera

Vivimos en un mundo desencantado: influenciado por el positivismo y ante la imposibilidad de obtener nociones absolutas, nuestra realidad es solo vista como una sucesión de leyes y relaciones que hay que tratar de comprender para apropiarse así de sus réditos. La explicación de los hechos se reduce así a sus términos reales dejando de lado cualquier otro tipo de explicación no científica o a la sensibilidad artística como forma de vivir nuestra vida.

El escritor Patrick Harpur en su obra La tradición oculta del alma, nos expone que quizás detrás de la crisis actual del Capitalismo postdemocrático se desvela su habilidad para achatar el mundo con un visión lineal y unidimensional de una realidad de la que lo que hay que hacer es, apropiarse o sacar rendimiento. La mayor de las amenazas que pende sobre el ser humano es el literalismo: la hybris de un ego incapaz de aceptar cuanto no alcance a ser iluminado por su razón. Todo lo que este fuera de la razón (los sentimientos, lo poético e imaginado, nuestro inconsciente, lo oculto sin explicación) debe no ser solo rechazado, sino también denostado. No existe una naturaleza ni un alma del mundo que imaginar ,sentir y en la que confiar;sólo hay que apropiarse de ella en nombre del progreso.

Hay explicaciones magistrales en la mitología sobre el problema de la literalidad:  así el mito griego de Orfeo,que mientras conduce a Eurídice fuera del inframundo, no puede evitar volverse para asegurarse de que es ella, es decir adopta la perspectiva literal sin confiar y no puede evitar de este modo perderla, dejar que Eurídice se repliegue de nuevo al inframundo del Hades. O el de Perseo que, precavido, se acerca a la Medusa caminando hacia atrás y provisto de un escudo pulido, a modo de espejo, que le permita mirarla de manera indirecta y eludir así su mirada petrificante. Confrontado de forma literal, el rostro de la Medusa es mortal, pero tratado con la cautela que hilvana las imágenes indirectas del escudo, mirando sesgadamente, la Medusa se vuelve dúctil y vulnerable.

Y es  en esta dura realidad  que sólo es vista de una perspectiva de literalidad económica donde debemos retornar con confianza al alma del mundo, a su poliédrica naturaleza. La imaginación es la facultad que inscribe lo humano en la naturaleza y despliega el vocabulario con el que a lo largo de los siglos se ha manifestado el alma del mundo. Debemos luchar contra el desencantamiento del mundo: no debemos romper, como decía Plutarco, la cadena que une al mundo con los dioses. Los mitos y la imaginación liberan a la psique del angosto recipiente del ego, rellenado ahora  por ansias de apropiación y éxito a toda costa que, bien pensado, en el fondo no nos definen. Sólo así quizás podamos dar una nuevo enfoque a un capitalismo, que con su literalidad  del éxito económico que pone todo al servicio del mercado, se ha apropiado de nuestra visión de la realidad.

La lectura literaria, el escribir nuestros pensamientos, la poética creadora, el sentir artístico o el escuchar relajado nos acercan mucho más a la real naturaleza de las cosas y al alma del mundo. La verdadera vida en el fondo está oculta y es una cuestión de Fe y Confianza en los demás y el mundo que nos rodea. Como sabiamente nos decía Borges: la verdadera vida, es la vida imaginada.



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