miércoles, 12 de septiembre de 2012

La voluntad de Ser: a la mitad del camino de la vida


A mitad del camino de la vida podemos encontrarnos, como Dante magistralmente escribió, en una selva oscura habiendo extraviado la ruta. A pesar que como dicen el tiempo y su percepción es relativa, hay fechas como los aniversarios que son significativas porque nos interpelan a realizar una parada para reflexionar, volver la vista atrás y coger esa altura de miras que nos permita seguir mirando hacia adelante con confianza, porque siempre nos quedará nuestra voluntad vital de encontrar la ruta que deseamos.

Muchas veces basamos nuestras actuaciones en el sentimiento vivencial que tengamos en ese instante. Y aunque hemos aprendido que la razón es esclava de las pasiones solemos dejarnos llevar en ciertos momentos señalados de nuestra vida por una sensación de abrumo: una inapelable percepción de algo que nos sobrepasa ante lo que podía haber sido y no fue o de como debería ser en el futuro. Casi por una ley inmutable, el candencial paso del tiempo se lleva siempre por delante querencias, aspiraciones o deseos causando ese sentimiento de melancolía que muchas veces nos sobreviene en algunas fechas. Y quizás lo que necesitamos en esos momentos no son explicaciones del mundo o su diseño sino informaciones sobre lo que es y puede significar a nuestra pequeña escala humana ante lo inabarcable de todo lo que nos rodea.

De la filosofía de Arthur Schopenhauer  y en su obra "El mundo como voluntad y representación" podemos extraer, desde la melancolía, enseñanzas de ese optimimismo vital que en ocasiones todo el mundo necesita. Para Schopenhauer el mundo es mi representación, nadie puede salirse de sí mismo. Todo lo exterior a él carece de existencia real fuera de la representación que cada uno tiene del mundo. Existe así por un lado el sujeto de la representación, que es el que conoce y por otro lado el objeto, lo que se conoce que esta condicionado o estructurado por las formas (tiempo, espacio, causalidad) en que el sujeto conoce. Así pues cada uno de nosotros ve, percibe y en el fondo representa y crea interiormente un mundo diferente.

Por otro lado lado esta el mundo objetivo exterior a nosotros que Schopenhauer identifica a una voluntad: una fuerza que actúa sin motivo aparente, irracionalmente como un motor ciego de la historia. La voluntad incluye todas las energías y fuerzas de la naturaleza, las motivaciones, los instintos, tendencias o apetitos. Esa voluntad no tiene que ver con los objetivos que nos marcamos y los medios que ponemos para alcanzarlos. Tampoco se limita, en absoluto, al individuo, sino que su campo de acción es tan vasto como lo es todo lo que existe.

Ante el sobrepasamiento muchas veces de nuestros anhelos vitales por la voluntad que rige el mundo, Schopenhauer expone como obligación del hombre la compasión para con el sufrimiento de sus semejantes y propone el liberarse conscientemente del yugo de la voluntad mediante la experiencia estética del mundo:
el arte, la literatura o la música son recursos para soportar la, en ocasiones, penosa tarea de existir. Pero no son simples vías de escape o subterfugios de los que el ser humano echa mano para olvidarse de sus penas sino al revés: son caminos privilegiados de conocimiento que se acercan más a la voluntad y a la verdad de lo que consigue nuestra propia conciencia humana.

En el mitad del camino de la vida y ante esa melancolía que puede sobrevenirnos en estos momentos, ser conscientes que muchos objetivos y aspiraciones se pierden naturalmente con frecuencia en el vasto avanzar de una voluntad inabarcable para nosotros, puede, con la ayuda de nuestra experiencia estética, permitirnos sonreír interiormente. Y con nuestra voluntad de Ser, cambiar libremente la representación que hagamos de nuestro mundo, para crear nuevas rutas y lograr en el futuro metas mayores. Sirva como ejemplo nuestro admirado Dante: en esa selva oscura de la mitad del camino de su vida, logro hallar la ruta que le permitió escribir una obra maestra universal: la Divina comedia.

                           "De razones vive el hombre, de sueños sobrevive" 
                                                                   
                                                                       Unamuno

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