miércoles, 1 de febrero de 2012

Ocuparse del presente como utopía


Algunos tiempos traen un tipo de mirada diferente que desde la incertidumbre de intentar asomarse a un horizonte final, pueden llevar a cierta tristeza interiorizada en forma de desasosiego por lo que pueda venir. Vemos el futuro asociado a especuladores que han puesto en peligro algo tan preciado como el presente que habitamos.


Un sistema económico y social basado en la incertidumbre como el que describe el sociólogo Zygmunt Bauman provoca que en el mundo laboral "tu último logro (no el penúltimo) es la medida de tu mérito". Se mantiene a los trabajadores en un movimiento constante en búsqueda febril de evidencias nuevas que les indiquen la prolongación de su permanencia.

Y a pesar de eso, lo importante en el fondo es ser capaces de jugar, intentando generar las condiciones operativas en nuestro entorno que mantengan nuestra condición como personas con conciencia que somos. Puede tratarse simplemente de tener la voluntad de ocuparse del presente con las cosas del presente huyendo de visiones ideológicas utópicas futuras que muchas veces sólo esconden un deseo dominante moralizador.

Pensar en buscar líneas de fugas no significa huir de la realidad de la vida evadiéndonos en un presentismo sin perspectiva, sino más bien al contrario, como decía Deleuze:  huir es producir la realidad, crear vida a través de repensar el presente desde el mismo presente, sin exigencias orgullosas de excelencia apropiativa asociadas a un progreso altamente ideologizado (de carrera profesional, posición social...) como el que se desarrolla en nuestro ámbito laboral. Buscar la sostenibilidad, no sólo material sino también mental de nosotros mismos y los que nos rodean, es quizás el acto más utópico que podemos llevar a cabo.

Y la forma en cómo sintamos el tiempo puede ayudarnos en esta búsqueda de habitar el presente con lucidez: así para la modernidad  y la tradición Occidental el tiempo es lineal con un propósito de progreso material y perfeccionamiento personal. Bajo esta visión, la idea de luchar por un futuro mejor subyace como leivmotiv de muchas actuaciones vitales. En cambio para nuestros clásicos griegos el proceso histórico es una reiteración cíclica que tiene sentido no en el mundo del futuro, sino en el del Ser.

Tener las perspectiva de sentir el tiempo como algo interno e intransferible a nuestra persona cuyo uso sólo nosotros podemos valorar, sin buscar proyecciones externas futuras, muchas veces impuestas, de lo que debemos ser puede darnos esa sabiduría de convivir sin ansiedades en un presente continuo.

Ya en la mirada ilustrada y triste de Jovellanos, vemos la mirada de la razón desencantada de lo irracional del mundo, la soberbia del entendimiento derrotada por la solidez y la opacidad de las cosas y no por ello en sus pensamientos consideró imprescindible el repensar y ocuparse del presente como forma de vertebrar un sueño utópico verosímil.

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