lunes, 16 de enero de 2012

Pensando la Física: en busca de la naturaleza última de la realidad

Hay preguntas que no por difíciles de contestar resultan menos fundamentales. Cuando habitamos nuestro mundo nos surgen a veces cuestiones como: ¿cuál es la naturaleza última de la realidad? o ¿en qué consiste en último término el mundo?. Preguntas que desde que el Ser Humano tiene uso de razón ha intentado contestar desde los diferentes saberes.

La rama del conocimiento que más se esta acercando a responder esas preguntas que intentan aprehender la realidad es sin duda la Física. Y como nos dice el Filósofo de la Ciencia Jordi Pigem, paradójicamente el conocimiento científico que siempre había ido generando más certeza sobre la realidad, con la aparición de la nueva Física Cuántica en el siglo pasado, las antiguas certezas de la Física mecanicista se disuelven entre un océano de probabilidades e identidades intangibles. Algo similar a lo que ocurre con la Economía de nuestros días presa de la incertidumbre y los límites que todas las cosas tienen por naturaleza.

Desde la Grecia Clásica con Demócrito se ha buscado en la naturaleza patrones y elementos fijos e indivisibles que se identificaron con los átomos. Y para Einstein era básico que la Física creyese en un mundo real y objetivo que existiese independientemente de cualquier acto de percepción, sujeto a un orden y que recogía en su famosa frase de "Dios no juega a los dados".

Pero la naturaleza afortunadamente siempre nos reta a intentar superarnos mediante la contradicción: para el Físico Niels Bohr, uno de los padres de la Física Cuántica, no existen particulas materiales aisladas sino que son abstracciones: sus propiedades sólo se pueden definir y observar interactuando con otros sistemas. Las certezas se ven suplantadas por simples probabilidades y el observador puede determinar la forma de cómo se conforme la realidad. Con esto no sólo se esfuma la idea de que hay elementos únicos que componen la realidad, sino que pone en cuestión que exista una realidad objetiva, previa e independiente del observador.

Y es que desde el pensamiento filosófico de Platón y Aristóteles pasando por Descartes, Newton y Kant se habían acercado a la realidad como algo objetivo e independiente al observador. Kant pensaba que detrás de los fenómenos observados había una realidad objetiva (noúmeno) a la cual no podemos acceder. Pero ya Goethe nos advertía que "no hay que buscar nada detrás de los fenómenos: ellos mismos son la teoría".

Los Físicos se preguntan ahora si acaso la idea que el elemento más fundamental de la realidad sea la información:  nuestra mejor descripción de la realidad podría tener que implicar una especie de trinidad: la "realidad física" sólo es discernible debido a la "realidad mental" (o consciencia) construida por nuestro cerebro, y sólo puede describirse si creemos que nuestras ecuaciones y leyes de la física proceden de alguna "realidad matemática" que existe en paralelo a nuestro mundo físico.

En nuestra mente damos cabida a información que puede ser manipulada matemáticamente y que siempre está casada con cosas físicas: la información no puede existir sin algo (ADN, fotón de luz, un papel). La información es Física y estás hipótesis dan lugar a propuestas tan fascinantes como que con la existencia de un ordenador suficientemente potente (cuántico), podríamos estar viviendo plausiblemente en una simulación (al estilo de la película Matrix).

¿Y dónde nos lleva todo esto en nuestra vida diaria? Como también expone Pigem: nos lleva hacía pasar de un mundo de realismo clásico mecanicista e instrumental con la Física de Newton a una realidad postmaterialista y un universo participativo, en el cual no estamos separados del mundo, siendo interdependientes y donde las expectativas del observador condicionan decisivamente lo que observamos.

La Física teórica nos pide a gritos un cambio de perspectiva tan necesario en la situación de crisis actual. En el fondo vivir en el postmaterialismo sabiendo que los recursos son limitados, sentir nuestra interdependencia, desarrollarnos en la incertidumbre y ser conscientes de nuestro poder de decisión como observadores privilegiados que influimos en nuestro acontecer diario, más allá de alejarnos de nuestra esencia, nos acerca sin duda a la realidad última de lo que verdaderamente es el mundo.

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