domingo, 3 de julio de 2011

Una ventana abierta al Realismo: de la utopía a la evasión

Todos vivimos una misma realidad pero cada uno de nosotros desde la perspectiva de nuestros pequeños y distintos mundos personales. Se da actualmente un consenso científico físico de que la realidad existe previamente con independencia de nuestra percepción. Confrontar, interpretar y gestionar esa realidad externa a nosotros como seres humanos es quizás con mayúsculas la Tarea titánica de nuestra vida.

A través de la interpretación que damos a los hechos que nos ocurren y de la interacción social, vamos extrayendo los significados que las cosas tienen para nosotros. Y del conjunto de significados podemos, no sin dificultad, construir el sentido de todo el conjunto: nuestra actitud y carácter (ethos) ante una realidad externa que siempre afortunadamente nos desafía.

Vivimos unos tiempos de indignación donde varias propuestas, algunas utópicas, han sido lanzadas desde el espacio público. Es gratificante ver, que a pesar de ataques de bárbaros ahora con corbata , volvemos a defender nuestros orígenes como Occidentales, donde la verdadera democracia se declamaba y dirimía en los plazas y forums griegos y romanos. De estos ilustres antecesores nuestros, debemos sin duda aprender la lección de no ser presa fácil de dogmatismo o ideologías que coarten nuestra recién adquirida libertad: no sólo la externa sino la tan preciada interna.

Nuestra sociedad moderna hiperconectada sólo nos ofrece alternativas de evasión ante una realidad que unos pocos gestionan de forma exclusiva e interesada. Nos imponen un ocio cargado de ficción, virtual, evasivo que al final desdibuja la misma realidad y bloquea nuestra autonomía personal provocando que dejemos de ser sujetos activos.

En un nuevo escenario virtual los nuevos parias ya no son los explotados sino los invisibles, de ahí la necesidad de exhibirse, de estar conectado en la red social: quien no se muestra no existe. Y aquí es donde sacrificamos, en aras del dogma de la conectividad virtual impuesta, nuestros tan trabajados espacios de intimidad y libertad personal.

Quizás sean estos tiempos en los que deberíamos volver a un realismo militante: abrir de nuevo la ventana de este mundo virtual cuasi falsamente utópico en el que vivimos encerrados, para dejar entrar aire fresco y analizar de forma cruda, objetiva y sin ficciones lo que hay delante y buscar alternativas no escapistas con el esfuerzo de todos. Y es que a veces hay que ser realistas para pedir lo imposible.

Y como siempre el Arte nos puede acompañar y guiar en este difícil trabajo vital. El realismo pictórico, con Antonio López como uno de sus máximos representantes, es una tendencia pictórica que ha sido a veces denostada y excluida pero que es sin duda un soplo de aire fresco a tener en consideracion ante nuestra artificiosa realidad actual.

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