domingo, 19 de junio de 2011

Creadores de sentido: el tiempo de lo humano

Como efímeros seres humanos nuestro tiempo se diluye cadencialmente en medio de la eternidad. Reflexionar sobre este tiempo vivido y encontrarle un sentido es algo en lo que en algún momento de nuestro devenir existencial hemos pensado. Todos nos enfrentamos a la tan nombrada realidad: un fenómeno físico externo a nosotros, muchas veces temido, pero que si lo observamos con cierto detenimiento, afortunadamente esta sujeto a infinitas interpretaciones y perspectivas. Tantas como seres humanos, pero no todo el mundo tiene la habilidad de crear un sentido compartido desde esa perspectiva particular.

Y la Cultura y todas sus manifestaciones no es sino la respuesta que como humanos intentamos dar al desafío del sentido. Y a veces puede parecernos en ciertos momentos vitales que esta búsqueda es un esfuerzo inútil e incesante y que como en el mito griego de Sísifo, estemos condenados a subir absurdamente la pesada roca que al llegar a la cima vuelve a despeñarse hacia abajo. Pero en estos casos en los que parece que tengamos los ojos vendados y esta realidad nos supere sólo debemos dejarnos arropar por algún creador de sentido.


¿Y dónde podemos encontrarles? Basta simplemente con enfocar de nuevo nuestra mirada hacia el mundo y ejercitar algo tan importante como la imaginación y los encontraremos sin dificultad en las páginas de los clásicos griegos y su defensa de la dignidad humana, en las obras teatrales de Shakespeare con el magistral trato hamletiano de la duda, en los arrebatos de Ana Karerina de Tolstoi o en tantas otras obras literarias y artísticas que son sin duda como faros que nos guían en la tempestad en la que a veces se convierte nuestra realidad particular.

Y la cultura requiere esfuerzo, pero la recompensa de tener acceso a este enorme legado cultural de personas que como nosotros, quisieron encontrar un sentido a su tiempo vivido y fueron capaces, no sólo de crearlo, sino de compartirlo, es sin duda enorme. En un mundo moderno donde las Humanidades son denostadas y lo efímero mercantilizado en producto televisivo toma caracter de ley universal, sabemos íntimamente  lo afortunados que somos de  formar parte de una inmensa minoría de personas capaces de encontrar y reconocer a estos creadores de sentido que nos ayudan a diluir nuestro tiempo vital y hacerlo eterno.

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